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martes, 15 de marzo de 2011

La polémica de la Coeducación



El Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Córdoba recoge en su número 14 del 24 de noviembre del 34 las conclusiones de la IV Asamblea de la Confederación Católica de Padres de familia que se había celebrado en julio en Covadonga. Su opinión sobre la Coeducación era rotunda: simplemente NO.
La idea en realidad se basa en los principios de la encíclica Divini Illius Magistri de Pio XI promulgada a finales del 29 y que dice textualmente al respecto:

Coeducación
52. Igualmente erróneo y pernicioso para la educación cristiana es el método de la coeducación, cuyo fundamento consiste, según muchos de sus defensores, en un naturalismo negador del pecado original y, según la mayoría de ellos, en una deplorable confusión de ideas, que identifica la legítima convivencia humana con una promiscuidad e igualdad de sexos totalmente niveladora. El Creador ha establecido la convivencia perfecta de los dos sexos solamente dentro de la unidad del matrimonio legítimo, y sólo gradualmente y por separado en la familia y en la sociedad. Además, la naturaleza humana, que diversifica a los dos sexos en su organismo, inclinaciones y aptitudes respectivas, no presenta dato alguno que justifique la promiscuidad y mucho menos la identidad completa en la educación de los dos sexos. Los sexos, según los admirables designios del Creador, están destinados a completarse recíprocamente y constituir una unidad idónea en la familia y en la sociedad, precisamente por su diversidad corporal y espiritual, la cual por esta misma razón debe ser respetada en la formación educativa; más aún, debe ser fomentada con la necesaria distinción y correspondiente separación, proporcionada a las varias edades y circunstancias. Estos principios han de ser aplicados, según las normas de la prudencia cristiana y según las condiciones de tiempo y lugar, no sólo en todas las escuelas, particularmente en el período más delicado y decisivo para la vida, que es el de la adolescencia, sino también en los ejercicios gimnásticos y deportivos, cuidando particularmente de la modestia cristiana en la juventud femenina, de la que gravemente desdice toda exhibición pública.

 Mientras muchos republicanos defendían la Coeducación, entendida como una educación igualitaria mixta para ambos sexos, la Iglesia católica hizo que sus organizaciones educativas defendieran a capa y espada la tesis pontificia que la cataloga como "promiscuidad e igualdad niveladora" viendo los mayores peligros en la posibilidad de que los adolescentes -según el papa, el periodo más delicado y decisivo- compartieran clase, patio y juegos deportivos.
Como podemos ver, sin embargo, en las conclusiones que publica el Boletín, se alude a razones "psicológicas, morales, sociales y técnicas", no a razones religiosas. Resulta curioso.





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